domingo, 3 de agosto de 2008

Instrucciones para comer carne

¿Mataría a La Negra? ¿Convertiría en filetes a su vaca de cuatro años? ¿O se quedaría con ella hasta que la muerte natural los separase? "He comprado una vaca para hacer negocio con ella" sentencia el autor en el inicio del libro La vida de una vaca. La Negra (sí, la de la portada del libro) pende del final de su historia. Le tomó cuatro años a Juan Pablo Meneses, dejar de investigar la historia infinita de la carne y su relación con la Argentina. El libro le estaba comiendo la vida. Alguien que tenía que ser sacrificado.

¿Qué tan dificil fue confeccionar este libro tan profuso en historias, crónicas, biografías, datos estadísticos?

Fue bastante complejo, al principio me dije que me tomaría un año, pero lo que pasa es que Argentina la carne es un tema infinito. Un día decía, aquí se acaba. Me iba a la cama, encendía la televisión y había un canal donde pasaban vacas todo el día. Entonces decía, uy, falta el canal de la vaca. Pasaba otro día y empezaba el festival del carnero en un pueblo donde mataban a 50 corderos y se los comían en la plaza. Entonces, uy, también quería estar ahí. Era de nunca acabar, y en realidad el libro pudo haber seguido. Pudo pasar que se publicara y yo siguiera encontrando cosas nuevas. Fue un punto donde me dije, tengo que pararlo si o sí, me he comprado una vaca para comerla, pero ella me está comiendo a mí.

Es un libro episódico pero tampoco hay como ese aspecto formal que suele tener los libros de no ficción
Si la vaca se llamara en vez de La negra, La Blanca, y yo me llamara Juan Pablo Martinez, podría ser una novela. Pero continua siendo una historia, solo que todo fue verdad, incluso lo más verdad. Tengo un archivo grande de cuatro cajas que las tuve al costado del escritorio. Una se llamaba la vaca, otra se llamaba la carne y otra el libro, y así. Hace poco pudo ordenarlas y colocarlas en un almacén en Buenos Aires. Por si acaso. Pero si se escribiera una historia corregida y aumentada tendría que ser otro, porque yo con el tema de la vaca, no. Yo empecé el libro comprándome una vaca para comérmela, esa era la premisa. Pero mientras la gente lea el libro se va a dar cuenta que la idea va cambiando. Hasta llegar un final que es definitivo, que cierra el círculo bastante bien.

¿Qué tanto afectó el feedback del blog del Clarín a tu libro?
Me servió más que nada para reafirmar que iba por buen camino, por ejemplo yo ponía la fotografía de un asado y habían argentinos que me escribían desde el extrajero llorando. Cuando empezaban a verla me decían que desde hace diez años comían carne hervida horrible comparada con asado argentino. Y también habían los vegetarianos que me decían que no iban a quedarse tranquilos hasta verme colgando del frigorífico. Incluso extranjeros que decían que habían carnes muchísimo mejor. Entonces me confirmo de que se trataba de un tema polémico. Además los usuarios consiguen participar del proceso del libro, porque te piden que los termines de una forma o de otra, la historia se hace más comunal. Hay algunos autores más viejos que se sienten los grandes escritores a los que nadie les puede sugerir nada, para mi un autor debe interpretar lo que le gente les dice o piensa.

Las personas se enojaban en los foros de tu blog, porque matarías, digamos, a la mascota de todo ese grupo que te seguía
La vaca no era mi mascota. La compre para hacer un negocio con ella. Le puse un nombre, La negra, como otras personas le ponen un número. Se enojaban, en realidad, porque todos queríamos seguir comiendo carne pero a nadie le gusta matar animales. No era lo mismo escribir de La negra que escribir sobre todas las vacas en general. Eso creo que fue lo que más les molestó a las personas. Además las vacas son tan buenas. No comen carne y mueren tan mal. Da pena. Cuando empecé a pensar así, me fui a comer y me pedí un bife de chorizo y se me pasó. Me había convertido en un carnívoro conciente.

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